Seguro que a los apasionados de los dulces les parece que todo es mejor con leche condensada. Y sí, este ingrediente está presente en casi todos los postres de la modernidad porque contiene dos componentes fundamentales de la pastelería: leche y azúcar. En esta oportunidad te traemos este bizcocho sencillo y de fácil elaboración, aunque lleno de sabor. ¡Pruébalo!
Está presente en pie (pais), cheesecake, mousse, ponches, flanes y gelatinas. La leche condensada tiene un lugar especial en la mesa de los postres, aunque en realidad su origen no tiene que ver tanto con una necesidad de la pastelería sino con métodos de conservación.

En el siglo XIX se buscaba una manera de conservar mejor la leche, un alimento fundamental de la época, pero que se contaminaba muy fácilmente. Producto de la contaminación, muchas personas morían intoxicadas, y además, los lotes de leche se perdian por esta contaminación. Es decir, era un peligro para la vida y era un mal negocio. Así que el confitero y cocinero francés Nicolas Appert, en 1822, realizó estudios que concluían que había que evaporar parte del agua que contenía la leche y agregarle azúcar para lograr su mejor conservación.
Muchas investigaciones se hicieron después para perfeccionar el método. La leche condensada se hizo muy popular durante la Guerra de Secesión en Estados Unidos porque sirvió para alimentar a muchos soldados. Décadas después se industrializó el método y desde entonces su uso se extendió a todo el mundo.
Aquí te traemos una de tantas recetas que la incluyen: es una receta fácil y rápida de Bizcocho o ponqué de leche condensada con nueces.
Vas a necesitar:
180 g de leche condensada (1/2 lata)
100 ml de aceite de girasol
4 huevos
100 ml de agua
260 g de harina
16 g de polvo de hornear
100 g de frutos secos troceados
¿Cómo se prepara?
Tamiza la harina con el polvo de hornear.
Bate con varillas: la leche condensada con el aceite, el agua y los huevos. Bátelos hasta que se integren bien. Agrega la mezcla de harina tamizada poco a poco, sin dejar de batir.
Luego agrega un poco más de la mitad de la mezcla de frutos secos (nueces, avellanas y almendras) e intégralos revolviendo con una espátula.
Vierte la mezcla en un molde engrasado y enharinado (también puede tener papel de hornear) de tipo ponqué o alargado. Riega por encima lo que queda de los frutos secos.
Llévalo a un horno precalentado a 180º C (350º F) durante 40 minutos o hasta que al pincharlo con un palillo, éste salga limpio.
Debes refrescarlo por al menos 10 minutos antes de cortarlo.